domingo, 21 de julio de 2013

Filosofia en BOLIVIA



FILOSOFÍA BOLIVIANA
GUILLERMO FRANCOVICH: “Los mitos profundos de Bolivia”
 
El escritor y filósofo boliviano Guillermo Francovich, en una de sus obras más significativas: “Los mitos profundos de Bolivia” presenta los temores y sentires del pensar y reflexionar de la cotidianidad boliviana, de la cultura boliviana. Una cultura enmarcada en un periodo histórico en el que los golpes de estado y la inestabilidad política y social marcaban el ritmo de los bolivianos. 

Don Guillermo Francovich, recoge en un ordenado compendio, testimonios  de bolivianos que de uno y otro modo fueron expresando, en las líneas del tiempo, la mística y savia de la cultura propia de nuestras tierras y de una manera ordenada nos presentan las raíces propias de nuestro identidad cultural, la realidad de decadencia que trastocó esta identidad, y por último la presente realidad que a la manera de Heguel, pareciera ser como una síntesis de una precedente tesis y antítesis de nuestra historia como bolivianos.
El modo en cómo se nos presenta esta secuencia de mística y esencia propios de nuestra cultura, plasma un ineludible tesoro de nuestra realidad, el tesoro de nuestra cultura que nunca dejará de ser las raíces de nuestro presente y la savia para nuestro futuro.

  1. EL MITO PRIMORDIAL
Dentro del cosmovisión mítica del Kollasuyo, nos habla de una realidad que está hecha de montañas rocosas elevadas que producen la impresión de la eternidad, era pues natural que sus primitivos pobladores, anteriores a la conquista de los incas hicieron de él un mundo mítico el mundo Kollasuyo preferencia a la sacralización de las montañas y de las piedras que se manifiestan en sus principales mitos y leyendas. En un modo de decir, “la piedra”, se ha constituido como un fundamento de la mitología andina transmisora de historia.
Dentro de la mitología del Kollasoyo existen algunas características propias en relación a la piedra: el abstraccionismo, el predominio de las formas geométricas lineales y la ausencia del círculo. Esta cultura de la piedra dio sentido a la vida de los pobladores del kollasuyo, se hizo presente en si organización social y política, una preeminencia de la estabilidad y solidez de las cosas que le rodean. 
Ellos creían que sus antepasados habían salido de los flancos de los montes por el castigo, muchos de ellos había sido convertidos en piedras por esta misma razón todas las cosas tienen alma y vida.
En el año 1590 Martín Marrua afirma haber visto las estatuas de piedra en que se habían transformado la ‘ñusta’ Chuquillantu y el pastor Acaytropa, por haberse amado sacrílegamente.
Los incas nacieron en el flanco de un monte situado a seis leguas de Cuzco  indios, moros, tiempos sin generación (nacidos de las piedras). Los incas eran cuatro hombres y cuatro mujeres que se consideraban hermanos, el mayor llamado Manco Cápac, convirtió en piedras a sus hermanos más pobres y al tercero le envió a una cueva en cuya entrada colocó una piedra sentándose encima de ella Maco Kápac murió a los 140 años, convirtiéndose en una piedra que luego fue objeto de adoración para el pueblo.
La cultura ‘Uru’, una de las más antiguas, consideran dioses y piedras principales con cabezas de pumas y de cóndores junto al lago Poopó en el altiplano boliviano. Estos Urus, venidos del este de Asia a través de América del Norte sustituidos por los inmigrantes de China hace 800 mil años antes de Cristo.
La mitología de la piedra de los Kollas tuvo como su símbolo supremo a Viracocha, a quien los primeros incas veneraban como una lealtad primordial, actualmente se maneja dos versiones acerca de Viracocha, el primero según el catolicismo Cristo indio perseguido y solitario, y el segundo dios salido de la piedra, por eso acabó convirtiéndose en piedra.
Según Juan Bentanzos, decía que venía de la oscuridad y de los nevados andinos, cuando vuelve de los andes se dirige a la actual puerta del sol e hizo el sol, la luna, las estrellas y los colocó en el cielo para que alumbrara la noche.
Viracocha decepcionado de los hombres de su entorno, convirtió en piedras, mandó a los ríos, cerros, cuevas y luego se ubicaron, Viracocha dejó en Tiahuanaco caminando con dirección al Cuzco a 18 leguas aparecieron unos hombres en el lugar llamado Kacha que querían asesinar a Viracocha, los hombres Huaca esculpidos de piedras que tenían 5 varas de alto y 1 de ancho, luego Viracocha volvió por el lago caminando sobre las aguas y se desapareció para siempre.
Tiahuanaco era ya un misterio cuando los incas llegaron al Kollasuyo, había sido edificado en una sola noche por los gigantes desconocidos que luego desaparecieron, las piedras fueron trasladadas por el aire por personajes ‘alados’ y los extraños capatetes que traían los monolitos eran los que usaban esos prehistóricos astronautas.
Otra de las culturas más importantes que existía, son los Huaris situados en Montaro del Perú, extendiéndose hasta Ecuador.

  1. EL EMBRUJO DEL ORO
Cuentan que cierta vez había un hombre, que buscaba conocer algo más de cerca el metal por el cual tanta gente daba su vida se dio a la tarea de ir en busca de este preciado metal, de modo que ayudado por un “yatiri” fue conducido a conocer la mina que él había encontrado muchos años atrás. Partieron del campamento con acompañados de un indio, pero ya en el camino el forastero desmayó con sorojchi, mientras los otros dos siguieron, luego de un entretiempo el indio regresaba trayendo consigo un pedazo del metal dorado, de repente se desencadenó una tempestad de nieve de fuertes magnitudes, tanto así que nunca más se volvió a saber de aquellos tres expedicionarios que retaron a la tierra. Los mineros lo llaman el metal del diablo.
Por otro lado, cuentan que había una vez dos jinetes montados en caballos que se hallaban en el camino que une Potosí y Chayapata – Oruro, en el camino se encontraban dos viajeros uno buscaba el tesoro  con una chuspa que en su interior tenía una especie de brújula que le orientaba el camino, y el otro le perseguía al primero, le mató, mientras la tempestad le favorecía al perseguidor quien se quedó con la chuspa del anterior y continuó el viaje hacia el cerro de Potosí, los indios lo llaman velocidad cósmica invisible. Esta cosmovisión andina es una forma de explicar la realidad de los andes, que se hace presente en la vida de cada habitante, en sus ambiciones, en sus deseos.

  1. EL METAL DEL DIABLO
El metal del diablo estaba relacionado con la Pachamama ¿Por qué los mineros viven en la miseria?, no será ¿que el que busca el alimento con arado y azadón es el que vive feliz? Y que los mineros ¿eran castigados por los dioses de la mina?
Bolivia, durante mucho tiempo sufrió por causa de las entrañas de la tierra. En la época colonial el embrujo del oro en los españoles cobró muchas vidas y ya que nunca se encontraron más grandes tesoros escondidos que el de Potosí, se sacrificaron ahí, muchas vidas en nombre de la plata. Más adelante, ya en tiempos de libertad, se experimentaron muchos dolores, ya no con la plata sino que ahora el estaño era el centro de atención que mermó muchas vidas humanas.
Augusto Céspedes, narra en su novela “Metal del Diablo” la experiencia de que en la misma medida en que se pudo haber construido un puente de plata pura desde América hasta Europa con toda la explotación hecha al cerro rico de Potosí, también se podía pensar en otro puente de vuelta desde Europa hasta América con todo los huesos de quienes fueron obligados a sacrificar sus vidas por la codicia colonial.
No obstante cuando ya la colonia había dado la vuelta a la página de la historia boliviana, aún se siguieron sacrificando muchas vidas en nombre del progreso y del desarrollo del país. Vidas entregadas al ilusorio sueño de un mundo mejor con más mineral, con más dinero,  no en vano es un metal considerado del diablo.

La filosofía boliviana ha sido y es parte de nuestra realidad compleja. Más allá de la cotidianidad, la cultura e historia hacen parte de nuestro pensar. Reflexionar al respecto es hacerse parte de nuestra filosofía.




REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
  • Guillermo Francovich Del libro "Los Mitos Profundos de Bolivia", 1980. Editorial Los Amigos del Libro, La Paz-Bolivia.

Dios ha muerto...




LA FRASE DE NIETZSCHE «DIOS HA MUERTO»
Martin Heidegger
(Resumen tomado desde la perspectiva de Martin Heidegger)



 


Nietzsche consignó por vez primera la frase «Dios ha muerto» en el tercer libro de la obra La ciencia jocunda [La gaya ciencia], publicada en 1882, Con esa obra empieza el camino de Nietzsche hacia la elaboración de su postura metafísica fundamental. Entre esa obra y el vano esfuerzo por configurar la obra principal proyectada se publicó Así habló Zarathustra. La obra principal proyectada no se terminó nunca. Provisionalmente debía llevar el título de La voluntad de poder y se le dio el subtítulo de «Ensayo de una subversión de todos los valores». 


Ya de joven, Nietzsche había acariciado la idea de la muerte de un dios y de la extinción de los dioses. En unos apuntes de la época de la elaboración de su primera obra El nacimiento de la tragedia, escribe Nietzsche (1870): «Creo en la sentencia germánica primitiva: todos los dioses tienen que morir». En su juventud, Hegel menciona, al final del tratado Fe y saber (1802) el «sentimiento en que se funda la religión de los tiempos modernos -el sentimiento: Dios mismo ha muerto...». La frase de Hegel tiene un sentido diferente de la de Nietzsche. Sin embargo, hay entre ambas una relación esencial que se esconde en la esencia de toda metafísica. Al mismo orden de cosas pertenece, aunque por motivos opuestos, la frase de Pascal, tomada de Plutarco: «Le gran Pan est mort» (Pensées, 695). 


El texto completo de la pieza número 125 aparece en la obra La ciencia jocunda. La pieza lleva como título El frenético, y dice así: 

El frenético. - ¿No oísteis hablar de aquel loco que en la mañana radiante encendió una linterna, se fue al mercado y no cesaba de gritar: «¡Busco a Dios ! ¡Busco a Dios !»? Y como allí se juntaban muchos que no creían en Dios, él provocó grandes carcajadas. ¿Se habrá perdido?, decía uno. ¿Se ha escapado como un niño?, decía otro. ¿O estará escondido? ¿Le hacemos miedo? ¿Se embarcó?, ¿emigró?, gritaban mezclando sus risas. El loco saltó en medio de ellos y los atravesó con la mirada. «A dónde fue Dios? -exclamó-, voy a decíroslo. Nosotros lo hemos matado -¡vosotros y yo ! ¡Todos nosotros somos sus asesinos ! Pero, ¿cómo lo hicimos? ¿Cómo pudimos sorber el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar todo el horizonte? ¿Qué hicimos cuando soltamos esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde se mueve ahora? ¿Hacia dónde nos movemos nosotros? ¿Nos alejamos de todos los soles? ¿Nos caemos incesantemente? ¿Y hacia atrás, hacia un lado, hacia adelante, hacia todos los lados? ¿Acaso existe todavía un arriba y un abajo? ¿No vamos como a través de una nada infinita? ¿No nos empaña el espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene continuamente noche y más noche? ¿No tenemos que encender linternas en las mañanas? ¿No oímos aún nada del ruido de los sepultureros que enterraron a Dios? ¿No olemos todavía nada de la descomposición divina?- ¡También se descomponen los dioses! ¡Dios ha muerto! ¡Dios sigue muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaríamos, nosotros, los peores de todos los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que hasta ahora poseyera el mundo, se ha desangrado bajo nuestros cuchillos -¿quién borrará de nosotros esta sangre? ¿Con qué agua podríamos limpiarnos? ¿Qué fiestas expiatorias, qué juegos sagrados, tendremos que inventar? ¿No es demasiado grande para nosotros la grandeza de esta hazaña? ¿Acaso no será preciso que lleguemos a ser dioses para parecer dignos de ella? Jamás hubo hazaña más grande -¡y quien nazca después de nosotros pertenece, a causa de esta hazaña, a una historia superior a toda la historia anterior !» - Entonces guardó silencio el loco y miró de nuevo a sus oyentes: también ellos guardaban silencio y lo miraban extrañados. Por último, él tiró su linterna al suelo haciéndola pedazos y apagándola. «Vengo demasiado pronto, dijo entonces, todavía no ha llegado la hora. Este enorme acontecimiento está en camino aún y vaga -todavía no ha penetrado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, las hazañas necesitan tiempo, aun después de haberse hecho, para ser vistas y oídas. Esta hazaña está más lejos de ellos que las estrellas más distantes -y, no obstante, ¡son ellos quienes las hicieron!». Se refiere todavía que el loco penetró ese mismo día en distintas iglesias y se puso a cantar en ellas su Requiem aeternam deo. Habiéndole hecho salir e interrogado, se limitó a contestar siempre: «¿Qué son pues aún esas iglesias, si ya no son fosas y tumbas de Dios?». 


Cuatro años después (1886), Nietzsche añadió a los cuatro libros de La ciencia jocunda un quinto libro titulado: «Nosotros los impávidos». La primera pieza de ese libro (Aforismo 343) lleva el título de: «El más grande de los acontecimientos modernos -que «Dios ha muerto», que la creencia en el Dios cristiano se ha convertido en incredulidad- ya comenzó a proyectar sus primeras sombras sobre Europa». 

De esta frase se desprende claramente que la frase de Nietzsche sobre la muerte de Dios alude al Dios cristiano. Pero no es menos cierto, y hay que tenerlo presente de antemano, que el nombre de Dios y el Dios cristiano se emplean en el pensamiento de Nietzsche para designar el mundo sobrenatural. Dios es el nombre para el dominio de las ideas y los ideales. Este dominio de lo sobrenatural se considera desde Platón -mejor dicho: desde la última época griega y desde la interpretación cristiana de la filosofía platónica- como el verdadero mundo, el mundo real propiamente dicho. A diferencia del él, el mundo sensible es sólo el de esta vida, el variable y, por consiguiente el aparente, el irreal. El mundo de esta vida es el Valle de Lágrimas, a diferencia del Monte de la Bienaventuranza Eterna en la otra vida. Si, como todavía hace Kant, denominamos físico el mundo sensible en su más amplia acepción, el mundo suprasensible es el mundo metafísico. 



La frase «Dios ha muerto» significa: el mundo suprasensible carece de fuerza operante. No dispensa vida. La metafísica, es decir, para Nietzsche, la filosofía occidental entendida como platonismo, se acabó. Nietzsche entiende su propia filosofía como movimiento contrario a la metafísica, es decir, para él, contra el platonismo. 


 

 Referencias Bibliográficas

  • HEIDEGGER, Martin, Caminos de bosque, Madrid, 1996, pp. 190-240.
  • HEIDEGGER,Martin, Sendas perdidas, Losada, Buenos Aires 1960, 2ª ed., p. 178-180.